Admitámoslo: el castellano es una caca. Al menos para ciertas cosas. Me explico. Tengo un título (bueno, aún no, estoy esperando a que me lo firme
Juanca) que me acredita como
periodista. Oséase, que en teoría soy
periodista. Una palabra que no me gusta. Como
pedir para salir o, sobre todo,
darse un pico. Algún día atraparé al que inventó lo de
darse un pico y... ufff, no sé qué pasará, pero nada bueno.
El caso es que el castellano es poco flexible. Alguien tenía que decirlo. Yo no quiero ser
periodista, ¡es una palabra muy antigua! En cambio, el inglés me permitiría ser, por ejemplo, un
mass-media worker. Tendría sus inconvenientes, porque pasaría en breve a ser MMW (lo de las siglas lo dejamos para otro día), pero me sentiría más cómodo.
Los ingleses (y los franceses también; desconozco otros idiomas) tiene un idioma tremendamente flexible. La generación que sube ahora son los
screen-agers, neologismo formado por
screen y
agers, como en
teenagers. ¿Una chorrada? Sí, pero útil: define perfectamente que su vida (educación, ocio, etc) está marcada por las pantallas. ¿Como sería en cristiano? No lo intenten en sus casas...
El nuevo palabro, ojo al dato, es
dinky. Sirve para designar a las parejas de moda hoy en día: jóvenes trabajadores ambos que se arrejuntan y tardan en tener hijos. Es un acrónimo de Double-Income, No Kids Yet (Ingresos dobles, sin hijos aún).
Yo podría ser
dinky, pero teniendo en cuenta mi sueldo quizá soy más bien
kinky... En cualquier caso, ¡¡antes
mass-media worker que
periodista!!